A lo largo de los primaveras el dueño llena de recuerdos su casa, testigo mudo de su vida. Y aquél es también la fiel representación de ella. Como las parejas que han convivido siempre juntas. Así, cuando su ocupante desaparece para siempre, el superficie de la casa se paraliza por el polvo esperando que alguna vez su dueño regrese.
Los tres hermanos protagonistas de esta historia volverán un año después de la muerte de su padre a la casa allegado adonde crecieron. Su intención es venderla, pero con cada trasto que tiran se enfrentan a los recuerdos. Temen pasear deshaciéndose del alborotado, del recuerdo de su padre, pero también del suyo propio. Se perciben en esta nueva hecho de Paco Roca ecos autobiográficos que surgen de una necesidad de contar una situación que ha escaso de enrejado al autor valenciano, tal y como ya le sucediera con Arrugas.